Menem´s back
CONSERVADOR Por J. M. Pasquini Durán Después de estar prófugo de la Justicia y no exiliado como pretende presentarse, Carlos Menem volvió como se había ido: miente sin escrúpulos y reivindica las políticas del neoliberalismo conservador de relaciones carnales con la furibunda ultraderecha de Estados Unidos. Según su conocida prédica a favor del presente perpetuo, el puntero riojano habla de su década de gestión como si toda la población tuviera un ataque colectivo de amnesia. Escucharlo es el mejor camino para indignarse ante el descarado intento de vender gato por liebre. Gobernar es trabajar para el capital, la justicia social se reduce a proveer de educación y salud, y el comercio internacional de la Argentina no es el Mercosur sino el ALCA diagramado por los intereses de Washington. Rechaza la horizontalidad de la participación política y reivindica para el peronismo la verticalidad absoluta, esa que ejerció en los años ’90 y que se conocía como el “unicato”. Defiende a las fuerzas armadas, a cuyos jerarcas genocidas indultó, a las policías corruptas y a la Iglesia argentina. Ni al Congreso ni a los Tribunales, mucho menos al Poder Ejecutivo, los poderes de la república, sino a las viejas corporaciones del poder paralelo, los llamados factores de poder, usinas golpistas y cuevas de conspiradores antidemocráticos. Este es el programa conservador en las actuales condiciones del país y, aunque vuelva a ser nominado como conservador-populista, pocos como Menem han podido en tan pocas palabras resumir un programa que la derecha nacional puede recibir como propio, incluido el duhaldismo residual, los juaristas de Santiago del Estero y otros de la misma estirpe. Felicitaciones a López Murphy y Macri que cuentan desde anoche con un colaborador de este fuste para organizar a la derecha nacional. La señora Carrió, desde su posición de centro, tendrá ahora la oportunidad directa de reivindicar a Menem en comparación con los corruptos que rodean a Néstor Kirchner. Durante la década de su gestión, Menem tuvo la habilidad de construir puentes entre los grupos económicos privilegiados por el ajuste continuo, y los elementos atrasados del peronismo pobre, eterno cliente pasivo del mandamás. Después de escucharlo anoche, está claro que quiere repetir la fórmula, aunque deberá construir una masa de apoyo que perdió, y de la peor manera, por desilusión. No es casual que instale la cabeza de playa en las polvorientas calles de Anillaco, su ciudad natal, donde la pobre gente y los que vivieron prendidos de la teta del Tesoro nacional, lo reciben como al patrón de estancia que estuvo ausente por razones de amor. Hay que repetirlo: si no estuvo hasta ayer en el país, no fue por seguir a la Bolocco sino porque huía de los juicios que tiene pendientes. El ex presidente, igual que todos los hombres que sólo se conforman con el poder, no es un adversario descartable o insignificante. Sobre todo, porque la libertad y la justicia nunca le importaron de verdad y más bien las recibió como una molestia para sostener la apariencia democrática. Nunca en diez años de gestión tuvo tiempo para atender las legítimas demandas, incluso las súplicas, de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y de todos los que aún permanecen de pie al lado de tumbas abiertas, por culpa de verdugos que formaron parte de esas instituciones, las únicas que reivindicó anoche, lo mismo que en los años ’90. Es capaz de todo, de ahí su peligrosidad. Sin embargo, no hay razones verdaderas para sentir temor por lo que pudiera conspirar contra la estabilidad democrática. Ahora, por lo menos, los conjurados insatisfechos con los cambios en el país, con los piqueteros, con la reanudación de las luchas sindicales, con la enorme red de organizaciones no gubernamentales que cubre el territorio nacional, los que quieren echar la historia hacia atrás tienen un personero visible, locuaz y, por ahora, patético. Articulo publicado en la tapa y contratapa de Pagina12 el 23/12/2004
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